Su alocución fue un canto a la soberanía y al respeto de nuestra cultura afrodescendiente; haciendo mención de cada uno de los Marmateños que han sobresalido a nivel nacional por sus aportes a favor de la cultura. Su intervención es una solicitud de respeto por lo intangible, por el legado de nuestros ancestros que aún se pasean en sobras por las calles maltrechas y empedradas de este pesebre de oro de Colombia. Quién será capaz de sacar de sus recovequos y socavones a las brujas, espantos y demás seres transmateriales que deambulan tranquilamente por el imaginario de los Marmateños. ¡Los dolares no compran nada de esto!.
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